martes, julio 08, 2008

ORACIÓN "SANTO MATRIMONIO" (DILE NO AL ADULTERIO)

Oración: "Santo Matrimonio"

(DILE NO AL ADULTERIO)

POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR

MARACAIBO. ESTADO ZULIA. REPÚBLICA DE VENEZUELA. AMÉRICA DEL SUR.

TOMADA DE SU VERSIÓN ORIGINAL DE FECHA JUEVES 29 DE ENERO DE 1998.

TRALADADA A LA RED EN FECHA MARTES 08 DE JULIO DE 2008. HORA: 9:05pm.

ORACIÓN

Señor, en esta mañana hermosa te alabamos y te bendecimos. Señor, te damos gracias porque Tú santificaste la unión de las parejas. Derrama Señor tus bendiciones sobre todas las parejas del mundo para que coloquen como centro de esa relación, la Palabra del Señor y Su presencia misma. En la primera carta del apóstol Pedro en su capítulo 3 versos 1 al 7, la Palabra nos dice: que las mujeres obedezcan a sus maridos y con eso seguramente ganarán a aquellos que se resisten a la predicación, al verlas castas y serias en su conducta, esa misma conducta hará las veces de predicación. No se preocupen tanto por lucir peinados rebuscados, collares de oro, vestidos lujosos y todas esas cosas exteriores. Sino que más bien irradien de lo íntimo del corazón la belleza que no se pierde, es decir un espíritu suave y tranquilo. Eso sí que es muy precioso ante Dios, de ese modo se adornaban en otros tiempos las santas mujeres que esperaban en Dios y estaban sometidas a sus maridos, así obedecía Sara a Abraham al que llamaba “su señor”. Ustedes serán hijas de Sara si obran bien y no le tienen miedo a nada. Quiero que los maridos a su vez lleven su vida tranquila sabiendo que la mujer es un ser delicado, asimismo que les tengan consideración pues han de compartir juntos el don de Dios que lleva a la vida. Hagan esto y Dios no demorará en escuchar lo que le pidan. Amén y amén...

COMENTARIO

(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)

Sí, hermanos y hermanas radioyentes, cuando platicamos con el Señor y nos situamos en su santa presencia, entonces todo nuestro ser se conmueve y todas esas emociones impregnadas de paz, de sosiego, de tranquilidad y de sabiduría comienzan a invadir poco a poco nuestro ser. En esta mañana, en esta conversación que hemos sostenido con nuestro buen Dios, hemos recordado cuáles son las principales obligaciones que se deben recíprocamente el hombre y la mujer, unidos en pareja. La fidelidad es una virtud estrechamente ligada al amor. Quien ama no traiciona y no cambia de afectos. Quien no ama de verdad, no resiste la tentación, cambia y traiciona. En cada acto de infidelidad, existe una declaración silenciosa de desamor, de desamor por el compañero de vida y una afirmación de sí mismo y del propio placer alejados de la persona con quien se vive. Hermano y hermanas las personas de sentimientos puros nunca usan a los demás, ni se dejan usar por nadie. Quien ama a alguien con pureza, jamás insiste en aquello que confunde o desconcierta la paz del otro. Las parejas felices debiéramos conocer esto. Los que piensan que para casarse basta con que a uno le guste la persona amada, cometen un gran error de perspectiva, además de admirar y gustar es preciso comprender. El mundo está lleno de personas que se desean y se gustan pero que no logran nunca vivir juntas. No son humildes para perdonarse, por ello ha aumentado de manera impresionante el número de parejas que se traicionan. Las razones son muchas, pero la mayoría de ellas es que realmente no se aman ni se respetan. El mejor antídoto contra la traición es el amor y el respeto del uno por el otro. El esposo que cultiva el respeto por su mujer y la mujer que respeta a su marido, no traicionan, ni aunque el momento o la ocasión sea irresistible. Sólo traicionan el marido insatisfecho o la mujer insatisfecha. No es posible vivir treinta años en luna de miel, pero es posible respetar al compañero o a la compañera por toda la vida. Es suficiente no confundir el amor con el sexo. El amor es bueno con o sin sexo. Pero el sexo sin amor nunca es bueno para la madurez de la pareja. Los que dicen que tan pronto como se casaron, su matrimonio acabó porque se decepcionaron, en realidad están diciendo que no se conocían ni a sí mismos, ni a la persona con quien se casaron, ni al matrimonio. Construyeron demasiado aprisa. La enorme facilidad con que algunas personas cambian de compañero o de mujer, expresa una especie de materialismo muy común en la sociedad moderna. "Cambie lo viejo por lo nuevo y sea feliz” dice el refrán, dice el lema mercantil. Si esto no es cierto con respecto a las cosas, mucho menos es cierto para los seres humanos. Hermanos y hermanas radioyentes, vamos en esta mañana a reflexionar sobre nuestra actitud frente a la unión en pareja, frente al matrimonio y en esa realidad lo más importante es el amor y ese amor debe estar bendecido por el Señor. Animo, gozo, alegría...

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