martes, febrero 03, 2009

VÍDEO REFLEXIVO "JESÚS ES LLEVADO AL DESIERTO"COMENTARIO.




VÍDEO REFLEXIVO " JESÚS ES LLEVADO AL DESIERTO “

POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO .ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.
GRABADO EN JUEVES 08 DE ENERO DE 2009.
TRASLADO A LA RED MARTES 03 DE FEBRERO DE 2009.

Como EXORDIO me permito me permito traer para mis lectores, una enseñanza de su santidad Juan Pablo Segundo quien en una catequesis por el dictada en fecha 3 de junio de 1998 y referida al espíritu Santo en el bautismo y en la vida. A través de ella podemos concluir de manera definitiva que cada uno de nosotros ha de procurar su propio desierto en aquellos momentos en los que se requiere tomar decisiones trascendentes e importantes para nuestra vida y para la humanidad. No debemos esperar que las circunstancias nos arrojen a aquellos desiertos. Hagamos como lo hizo Jesús, ir al desierto durante cuarenta días con sus noches, para prepararse en el cumplimiento de su misión real, profética y sacerdotal. Desierto propicio para ayunar, para alabar al señor o como decía el Papa PABLO SEXTO: "para contemplar al invisible y oír la voz del silencioso (Evangelii Nuntiandi, n 76). Por otro lado la catequesis en cuestión está subtitulada con algunas expresiones de mi autoría que espero sean útiles.

El Espíritu Santo en el bautismo y en la vida
Catequesis de su S.S. Juan Pablo II durante la audiencia general de los miércoles
3 de junio de 1998

EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDAN POR PARTE DE JUAN,QUIEN OBSERVÓ HABER VISTO EL ESPÍRITU QUE BAJABA COMO UNA PALOMA DEL CIELO Y SE QUEDABA EN EL (Jn 1,32) HACE PLAUSIBLE QUE JESUS RESULTE LITERALMENTE EMPUJADO POR EL ESPIRITU SANTO AL DESIERTO. ESV DECIR,”AL RECIBIRLO, JESUS ES SACADO AFUERA “(EVANGELIO DE SAN MARCOS ) AL DESIERTO,PARA SER TENTADO COMO TODOS NOSOTROS.( SUBTITULO DE PROF.DR. MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYOR)

1. Otra intervención significativa del Espíritu Santo en la vida de Jesús, después de la de la Encarnación, se realiza en su bautismo en el río Jordán.
El evangelio de san Marcos narra el acontecimiento así: «Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco"» (Mc l, 9-11 y par.). El cuarto evangelio refiere el testimonio del Bautista: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él» (Jn 1, 32).
2. Según el concorde testimonio evangélico, el acontecimiento del Jordán constituye el comienzo de la misión pública de Jesús y de su revelación como Mesías, Hijo de Dios.
Juan predicaba «un bautismo de conversión para perdón de los pecados (Lc 3, 3). Jesús se presenta en medio de la multitud de pecadores que acuden para que Juan los bautice. Este lo reconoce y lo proclama como cordero inocente que quita el pecado del mundo (cf. Jn 1, 29) para guiar a toda la humanidad a la comunión con Dios. El Padre expresa su complacencia en el Hijo amado, que se hace siervo obediente hasta la muerte, y le comunica la fuerza del Espíritu para que pueda cumplir su misión de Mesías Salvador.





¿POR QUE JESÚS RECIBE EL ESPÍRITU SANTO EN EL BAUTISMO….ACASO EL COMO DIOS YA NO LO POSEIA? .( SUBTITULO DE PROF.DR. MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYO

Ciertamente, Jesús posee el Espíritu ya desde su concepción (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), pero en el bautismo recibe una nueva efusión del Espíritu, una unción con el Espíritu Santo, como testimonia san Pedro en su discurso en la casa de Cornelio: «Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder (Hch 10, 38). Esta unción es una elevación de Jesús «ante Israel como Mesías, es decir, ungido con el Espíritu Santo» (cf. Dominum et vivificantem, 19); es una verdadera exaltación de Jesús en cuanto Cristo y Salvador.

CUANDO EL NIÑO JESUS REGRESÓ A NAZARETH CON SUS PADRES,INICIA UNA EXPERIENCIA DE VIDA PARA SU FORMACIÓN MESIANICA.EL BAUTISMO EN EL JORDAN ES EL PRELIMINAR DE SU MISIÓN APOSTÓLICA,PROFETICA, LIBERADORA Y CONSTRUCTORA DEL NUEVO REINO DEL AMOR.( SUBTITULO DE PROF.DR. MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYOR)
Mientras Jesús vivió en Nazaret, María y José pudieron experimentar su progreso en sabiduría, en estatura y en gracia (cf. Lc 2, 40; 2, 51) bajo la guía del Espíritu Santo, que actuaba en él. Ahora, en cambio, se inauguran los tiempos mesiánicos: comienza una nueva fase en la existencia histórica de Jesús. El bautismo en el Jordán es como un «preludio» de cuanto sucederá a continuación. Jesús empieza a acercarse a los pecadores para revelarles el rostro misericordioso del Padre. La inmersión en el río Jordán prefigura y anticipa el «bautismo» en las aguas de la muerte, mientras que la voz del Padre, que lo proclama Hijo amado, anuncia la gloria de la resurrección.

JESUS Y SU TRIPLE MISIÓN:
MISIÓN REAL:LO COMPROMETE A LUCHAR CONTRA EL MALIGNO Y SUS ESPÍRITUS .
MISIÓN PROFÉTICA: JESUS ES Y SERÁUN PREDICADOR INCANZABLE DE LA BUENA NUEVA.
MISIÓN SACERDOTAL: JESUS ADORADOR Y ETERNO OFERENTE DE ALABANZA Y ENTREGA A DIOS PADRE.SE ENTREGA A SI MISMO POR Y PARA NUESTRA SALVACIÓN. .( SUBTITULO DE PROF.DR. MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYOR)

3. Después del bautismo en el Jordán, Jesús comienza a cumplir su triple misión: misión real, que lo compromete en su lucha contra el espíritu del mal; misión profética, que lo convierte en predicador incansable de la buena nueva; y misión sacerdotal, que lo impulsa a la alabanza y a la entrega de sí al Padre por nuestra salvación.
Los tres sinópticos subrayan que, inmediatamente después del bautismo, Jesús fue «llevado» por el Espíritu Santo al desierto «para ser tentado por el diablo» (Mt 4, 1; cf. Lc 4, 1; Mc 1, 12). El diablo le propone un mesianismo triunfal, caracterizado por prodigios espectaculares, como convertir las piedras en pan, tirarse del pináculo del templo saliendo ileso y conquistar en un instante el dominio político de todas las naciones. Pero la opción de Jesús, para cumplir con plenitud la voluntad del Padre, es clara e inequívoca: acepta ser el Mesías sufriente y crucificado, que dará su vida por la salvación del mundo.
La lucha con Satanás, iniciada en el desierto, prosigue durante toda la vida de Jesús. Una de sus actividades típicas es precisamente la de exorcista, por la que la gente grita admirada: «Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen» (Mc 1, 27). Quien osa afirmar que Jesús recibe este poder del mismo diablo blasfema contra el Espíritu Santo (cf. Mc 3, 22-30), pues Jesús expulsa los demonios precisamente «por el Espíritu de Dios» (Mt 12, 28). Como afirma san Basilio de Cesarea, con Jesús «el diablo perdió su poder en presencia del Espíritu Santo» (De Spiritu Sancto, 19).
4. Según el evangelista san Lucas, después de la tentación en el desierto, «Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu (...) e iba enseñando en sus sinagogas» (Lc 4, 14-15). La presencia poderosa del Espíritu Santo se manifiesta también en la actividad evangelizadora de Jesús. El mismo lo subraya en su discurso inaugural en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4, 16-30), aplicándose el pasaje de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí» (Is 61, 1). En cierto sentido, se puede decir que Jesús es el «misionero del Espíritu», dado que el Padre lo envió para anunciar con la fuerza del Espíritu Santo el evangelio de la misericordia.
La palabra de Jesús, animada por la fuerza del Espíritu, expresa verdaderamente su misterio de Verbo hecho carne (cf. Jn 1, 14). Por eso, es la palabra de alguien que tiene «autoridad» (Mc 1, 22) a diferencia de los escribas. Es una «doctrina nueva» (Mc 1, 27), como reconocen asombrados quienes escuchan su primer discurso en Cafarnaúm. Es una palabra que cumple y supera la ley mosaica, como puede verse en el sermón de la montaña (cf. Mt 5-7). Es una palabra que comunica el perdón divino a los pecadores, cura y salva a los enfermos, e incluso resucita a los muertos. Es la Palabra de aquel «a quien Dios ha enviado» y en quien el Espíritu habita de tal modo, que puede darlo «sin medida» (Jn 3, 34).
5. La presencia del Espíritu Santo resalta de modo especial en la oración de Jesús.
El evangelista san Lucas refiere que en el momento del bautismo en el Jordán, «cuando Jesús estaba en oración se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo» (Lc 3, 21-22). Esta relación entre la oración de Jesús y la presencia del Espíritu vuelve a aparecer explícitamente en el himno de júbilo: «Se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra..."» (Lc 10, 21).
El Espíritu acompaña así la experiencia más íntima de Jesús, su filiación divina, que lo impulsa a dirigirse a Dios Padre llamándolo «Abbá» (Mc 14, 36), con una confianza singular, que nunca se aplica a ningún otro judío al dirigirse al Altísimo. Precisamente a través del don del Espíritu, Jesús hará participar a los creyentes en su comunión filial y en su intimidad con el Padre. Como nos asegura san Pablo, el Espíritu Santo nos hace gritar a Dios: «¡Abbá, Padre!» (Rm 8, 15 cf. Ga 4, 6).
Esta vida filial es el gran don que recibimos en el bautismo. Debemos redescubrirla y cultivarla siempre de nuevo, con docilidad a la obra que el Espíritu Santo realiza en nosotros.

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