sábado, agosto 22, 2009

ORACIÓN. "NO OBRAR SEGÚN CAPRICHOS




ORACIÓN. "NO OBRAR SEGÚN CAPRICHOS

POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
Maracaibo. Estado ZULIA. República de Venezuela. América del Sur.
TRASLADADA Y PUBLICADAEN LA RED SÁBADO 22 AGOSTO 2009.


O R A C I Ó N





No te fíes de tus riquezas ni digas: "Con esto me basta". No dejes que tu deseo y tu fuerza te lleven a obrar según tus caprichos. No digas: "¿Quién podrá dominarme? el Señor da a cada uno su merecido. No digas: "Pequé, ¿y qué me sucedió?", porque el Señor es paciente. No estés tan seguro del perdón, mientras cometes un pecado tras otro.

No digas: "Su compasión es grande; él perdonará la multitud de mis pecados", porque en él está la misericordia, pero también la ira,y su indignación recae sobre los pecadores., No tardes en volver al Señor, dejando pasar un día tras otro,
porque la ira del Señor irrumpirá súbitamente y perecerás en el momento del castigo. No te fíes de las riquezas adquiridas injustamente:de nada te servirán en el día de la desgracia. Amen y amen…( Fragmentos del libro del Eclesiástico capítulo 5





C O M E N T A R I O.

(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)


La mayor parte de nuestra vida nos las pasamos creyendo que podemos ir cometiendo un pecado tras otro, con la seguridad de que el señor siempre nos ofrecerá su perdón. Esta es una verdad relativamente cierta, por cuanto existe la posibilidad de que cuando nos visite la muerte no estuviésemos reconciliados con Dios, es decir , nos toma la muerte por sorpresa sin permanecer en estado de gracia. Ello suele ocurrir de la manera más frecuente que nosotros imaginamos. Lo recomendable y es el designio de Dios, regresar continuamente, diariamente a la presencia del señor, mantener con el una conversación, una plática por intermedio de la oración consuetudinaria rutinaria y efectuada, con agrado, sin apremios, espontáneamente y con una voluntad libre de prejuicios y sin que medien factores condicionantes para esa oración. Como ha quedado expresado en términos anteriores, no debemos fiarnos de nuestra riqueza y asumir que ella es más que suficiente para la permanencia de la paz, del equilibrio, el sosiego, del amor y de la alegría en nuestro corazón. Las riquezas mundanas son efímeras, pasajeras, poco duraderas y cambiantes. Hoy puedes tenerlas y por cualquier situación que se presente a futuro, esas limpiezas pueden cambiar de manos o simplemente agotarse, disminuirse, y desaparecer totalmente. La única riqueza permanente, que no pasa, que es eterna y que no la corroe la polilla, es la riqueza espiritual, la riqueza relacionada con el amor a Dios y del cumplimiento de sus preceptos. La riqueza vinculada con el amor al prójimo, al desprotegido, al obrar con rectitud, honestidad, con justicia y con verdad. Sabemos que el señor es paciente, que es lento a la cólera y rico en piedad y en misericordia. Esta verdad no debe hacernos subestimar el carácter justiciero de Dios. Por ello es necesario que cada uno de nosotros vivamos y cumplamos la palabra del señor, como que si fuese el último día de nuestra vida Él maligno trabaja a tiempo y a destiempo, las 24 horas del día, por esa razón, igualmente, nosotros debemos estar despiertos, atentos ante cualquier situación, hecho, circunstancia o factores que pudieran hacernos caer en nuestra fe, que generaran una caída por parte nuestra en las tentaciones, en las debilidades de la carne y las veleidades de la sociedad. Hay que tener mucho cuidado con la riqueza injusta, la que no tiene un buen origen, o aquella cuya procedencia es ilegítima o dudosa. Esta situación es realmente grave pues proyecta al individuo que la posee, como un representante de las tinieblas, de las mentiras ,el disimulo y el engaño. Trabajar para ser rico, sin importar los medios para lograr esta riqueza, es signo de que no se anda en los caminos de Dios y que por el contrario se trafica por los vericuetos que conducen al lago de azufre, a las profundidades de averno, al reino de la oscuridad. Estas reflexiones son pertinentes para no ser víctimas de la actuación caprichosa por parte nuestra. Cada acción, cada pensamiento, cada actitud nuestra, debe ser el producto decantado de una conversación con nuestro Dios, debe ser la resultante de la orientación, del discernimiento y de la sabiduría que a través del espíritu santo el señor nos concede. Animo, gozo, alegría…



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